miércoles, 27 de octubre de 2010

¿Y el de ayer, ilustres reventadores...?

El domingo, en el triunfo del Manchester United sobre el Stoke City, hubo quien colgó al primer gol del “Chicharito” Hernández la ominosa etiqueta de “gol de churro”. Es decir, un gol como para avergonzarse; como para descolgar el teléfono y no salir a la calle en el resto de la semana.
¿Y el de ayer, ilustres reventadores...?

El de ayer, en el último minuto del partido ante el impronunciable Wolverhampton Wanderers, fue un gol como para correr a comprar un sombrero --una chistera, de preferencia--, para tener algo que quitarse en el momento preciso de la consumación formal: el tiempo que transcurre desde que el balón besa (literalmente) la red, hasta que el árbitro y el juez de línea declaran procedente el “nihil obstat”, el primero señala con el índice al centro del campo, y en la cancha se desatan los festejos y en la tribuna las aclamaciones, especialmente porque se trata del gol que, a esas alturas de la película, prácticamente consuma la victoria.

Si en el del domingo, con ganas de jorobar, cabía cierto margen para la duda de que el remate con la nuca había sido “sin querer”, el de ayer fue un gol para tapar bocas...
Fue un modelo perfecto de contragolpe: la salida desde el campo propio; el pase de apoyo en el medio campo; el aprovechamiento del espacio para proseguir, a toda velocidad; el control de la pelota; el quiebre --en un pañuelo-- del único adversario que acertó a intervenir; el cambio de perfil una vez que la pelota pasó del pie derecho al izquierdo, y, finalmente, la frialdad para resolver sobre la salida del portero, aún con fuerza pese al pique de 50 metros, fueron, todos y cada uno, gestos que, sumados, dan un gol de antología.
Un gol que lo tuvo todo: potencia, técnica y solvencia... Un gol al que pondrían la rúbrica, gustosos, Pelé, Maradona o Messi.

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